Fundación Novaterra ha acompañado en 2024 a más de 1.300 personas en sus procesos de inclusión sociolaboral en la Comunidad Valenciana. Y su memoria anual ofrece una radiografía social de la exclusión que ya no tiene un único perfil. Hoy, en sus sedes de Valencia, Alcoy y Alzira, se atiende tanto a mujeres migrantes sin red familiar como a jóvenes sin estudios ni experiencia, españoles desempleados de larga duración o personas afectadas directamente por catástrofes naturales como la DANA.
Durante 2024, el 65 % de las personas atendidas fueron mujeres, muchas de ellas con responsabilidades familiares no compartidas, sin estudios reglados y con graves dificultades de acceso a vivienda, transporte o salud mental. Pero junto a ellas, cada vez acuden más hombres de mediana edad que han perdido su empleo, su estabilidad y su red, así como jóvenes entre 17 y 26 años que no encuentran un camino de inserción tras abandonar el sistema educativo.
Una parte creciente de participantes proviene de contextos afectados por la DANA, especialmente en zonas rurales. Personas que, hasta hace poco, llevaban una vida relativamente estable y que, de un día para otro, se han visto en situación de emergencia habitacional, laboral y emocional.
El desempleo no es el único problema, pero sí el punto de partida de muchos otros. Por eso, la entidad trabaja con itinerarios personalizados que combinan orientación, formación, empoderamiento personal y acompañamiento emocional. Además, se identifican barreras comunes: la falta de formación digital, la imposibilidad de desplazarse para acceder a oportunidades, la presión psicológica, la falta de autoestima o los problemas invisibles —como la salud mental o el deterioro bucodental— que terminan afectando cualquier proceso de inserción.
Uno de los grandes focos de acción son los jóvenes, muchos de ellos sin estudios ni ocupación, y otros marcados por trayectorias familiares difíciles, conflictos con la ley, discriminación o pobreza extrema. En 2024, más de 150 jóvenes fueron activados a través del programa Novaterra Jove y otros espacios formativos. En palabras de uno de ellos: “Me han ayudado a encontrar un lugar, una dirección, y a ver que tengo algo que aportar”.
La clave no está solo en enseñar a trabajar, sino en ofrecer un espacio seguro desde donde reconstruirse.
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